Año: 2017
Editorial: Peces de ciudad
Género: Relato
Valoración: Está bien
El oficio de congelar el momento
Hoy toca nueva colección de relatos, en esta ocasión es Voz en off de la escritora argentina Corina Vanda Materazzi. Se trata de 19 cortes que se podrían encuadrar en la narrativa actual o narrativa urbana. Pese a ser tantos relatos, no se trata de un libro demasiado extenso, con menos de 100 páginas. La brevedad al poder. ¿Necesitan los relatos una cantidad mínima de páginas o palabras para funcionar? La verdad es que no, y la autora nos lo demuestra con (casi) todos los cuentos de su antología.
He dicho que «casi» porque ha habido veces —no demasiadas— en las que he sentido que el relato podía dar un poco más de sí, o que si tuviera un poco más de contenido tal vez conseguiría mejor lo que trata de mostrar. Corina Vanda Materazzi se mueve como pez en el agua en los formatos más cortos, eso es incuestionable, pero hay ocasiones en los que la fórmula no funciona tan bien y el cuento se resuelve demasiado pronto. Esto es una opinión personal, claro está, pero también es un deseo íntimo porque me he quedado en más de una ocasión con la miel en los labios.
El fuego vive para algo o para alguien que le dé sentido aunque no seamos conscientes siempre de su inicio.
Es un instrumento, una herramienta y a veces, arma de doble filo… nos quema y casi muertos nos damos cuenta que agónicos, estamos vivos.
En cierto modo también relacionado con su gusto por la brevedad, tengo que decir que hay algo magnético la forma de escribir de esta autora. Es capaz de congelar un instante y de jugar con la perspectiva para terminar mostrándolo completo al lector. Sus cuentos son fotografías en blanco y negro, fotogramas seleccionados por el contenido del fondo, por las luces y sombras, por los ingentes matices que se pueden encontrar si se observa con detenimiento. Si Voces en off no fuera un libro sería una exposición de pintura o de fotografía.
Además de este gusto por la brevedad, Voz en off nos ofrece cierta tendencia a lo escabroso, a lo duro, a las situaciones complicadas y a los finales sin resolver. Vemos la inclinación de la autora por la crítica social, su compromiso de sacar a la luz episodios oscuros de la actualidad argentina, o de su historia reciente. Los protagonistas de este libro son oscuros, se dejan arrastrar por sus bajas pasiones, sufren, en muchos casos, sin saber muy bien por qué. No hay mariposas, ni enamorados, ni happy endings entre las páginas de esta obra. Estáis avisados.
Lo mejor para el final
Una cosa que he notado en este libro, es que se han guardado los mejores relatos para su segunda mitad. No sé si es casualidad o no, pero es a partir de «Sin teta, sin nombre» cuando la capacidad de transgredir al lector alza el vuelo y alcanza sus más sonadas victorias. No significa esto que los ocho cuentos anteriores estén de relleno —por regla general la calidad de todo el libro se mantiene bastante pareja—, sino que lo más destacable llega en su segunda mitad. Es aquí cuando nos damos con relatos potentes como «Culpables», «Renovación de votos», «Desabrigado», «Náufrago», o «Muerte natural». ¿Se trata de una estratagema editorial, es simple casualidad, o tal vez es que están ordenados del más antiguo al más reciente y se puede apreciar la evolución literaria de la autora? Sea como fuere, este orden ascendente permite disfrutar mejor la colección y deja con un buen sabor de boca al lector.
El abuelo me hizo el gesto con el dedo índice apoyado en los labios, que indicaba que hiciera silencio y cuando el abuelo lo pedía así, no volaba ni una mosca. Me señaló luego con ademanes que me quedara quieto. Me convertí en una estatua. Seguíamos ahí en la posición que nos encontró el ruido, agachados, de cuclillas en la tierra, con el balde y la linterna.
Y como a mí también me gusta dejar lo mejor para el final, he querido reservar este último párrafo para «Bola de cristal», el que para mi gusto es el mejor relato que esconde Voz en off. Sencillo, como es ya hemos comentado que a la autora le gusta hacer las cosas, actual a más no poder y sorprendente. «Bola de cristal» nos presenta la cena en la que por fin conviven en paz los componentes de una pareja compuesta por tres personas. Su giro final es un colofón ideal para coronar el libro y para recompensar al lector que ha llegado hasta aquí.