Año: 2017
Editorial: Insólita
Género: Novela (terror)
Inviernos terribles
Ahí fuera, en algún lugar, alguien o algo aullaba.
Y así fue como leí las tres novelas que la editorial Insólita tenía publicadas. Se ha convertido en una habitual, como ya os dije cuando hablé de El largo viaje a un pequeño planeta iracundo, cuya selección me fascina e interesa a partes iguales. Por favor: sacad más cosas. No puedo vivir así.
El libro del que hoy hablamos es Vienen cuando hace frío, la última novela del conocido autor español de terror Carlos Sisí (a quien seguramente conozcáis por Los caminantes, una saga de zombies). Joe Harper, un hombre estadounidense bastante desesperado y buscando sobrevivir al paro y la crisis, decide emigrar a los bosques canadienses a la ruinosa cabaña de su antepasado. Cuando se acerca el invierno, ya instalado, un vecino le alerta de algo que ocurrirá cuando llegue el frío: algo viene y la vida no será tan apacible.
Mi primera aproximación a la obra de Sisí, autor al que tan solo conocía de oídas, me ha resultado bastante satisfactoria. Lo suficiente, desde luego, como para plantearme leer algo más suyo, sobre todo porque su forma de escribir terror me resulta muy interesante. Las imágenes que plantea son muy efectivas, las secuencias de horror, casi oníricas, son escalofriantes y toda la idea, la mitología por así decirlo, que la novela presenta son potentes, producen verdadera angustia en el lector y son ejercicios muy intensos de tensión narrativa. Hay en Vienen cuando hace frío un aspecto muy positivo y es que la selección de vocabulario acompaña a las mil maravillas a la atmósfera que busca lograrse. Cada palabra que Sisí emplea es certera, concreta y de gran alcance visual. El desagrado y la angustia son constantes, incluso cuando aún no hemos alcanzado a comprender de qué va la cosa. Hay una conjunción de escenas óptima para crear la sensación que la novela más requiere. Es evidente el esfuerzo por escribir una historia que no quede solo en mera trama de terror, sino en la que cada momento parezcan producirse sustos y tensiones.
Joe gritaba, pero en su interior. Gritaba mucho. Su cuerpo estaba desconectado, su cerebro no registraba nada, y aun así, el Joe profundo aullaba, consumido por un dolor que escapaba de lo que pueden registrar físicamente las terminaciones nerviosas. Era el dolor de la muerte verdadera, la desaparición absoluta del ser, y ese dolor no puede equipararse a nada.
Además de todo esto, a partir del momento en que los acontecimientos comienzan a acelerarse, el lector asiste ya a un punto de no retorno: las escenas se vuelven muy sugerentes, los lugares a los que el protagonista acude son lúgubres y de ascendencia dunsaniana (¡bien!) y la complejidad que envuelve a la ejecución de la novela se disuelve en paulatina comprensión. Es un ejercicio realizado sin torpezas, en el que Sisí demuestra su capacidad para crear tramas potentes y completas. Aunque bien es cierto que yo diría que le faltan unas pocas páginas para desarrollarse en toda la totalidad que la novela necesita. Hay una serie de cambios de registro y tono que, sin llegar a estar mal, cambian la perspectiva del lector de forma tan brusca que a veces es inevitable releer algún que otro párrafo. La trama que se narra en Vienen cuando hace frío es de cocción lenta, por lo que necesita que las escenas se espacien más, se hagan, tal vez, más extensas, más pausadas.
La cabaña en ruinas y los que vienen después
Sisí toma algunos motivos habituales del género, que fueron lo que a mí me atrajo en principio (hola, cabaña solitaria en medio del bosque, encantada de verte, tropo favorito nº2 solo después de «chica final abandonando la escena llena de sangre»). Pero esto no es un remedo de nada; tiene similitudes con otros universos, los seres y ambientaciones que aquí aparecen podrían encajar en las obras de otros autores, y sin embargo Vienen cuando hace frío es un producto que se distancia de todo aquello que yo he podido ver o leer. Es una novela original, que sabe utilizar sus cartas y que pese a partir de un planteamiento habitual, en la ejecución de la idea se desmarca de un modo muy inteligente, gracias a una serie de decisiones narrativas fantásticas que no voy a desarrollar para no destripar nada, pero que me imagino que os dejarán igual de sorprendidos que a mí en su momento.
No todo me ha gustado tanto, claro. Digamos que lo esencial sí, me ha encantado, pero hay una serie de cosas que chirrían o resultan un tanto impostadas. Los diálogos entre los personajes, por ejemplo, que durante toda la segunda parte (en el Pozo) son artificiales hasta la náusea, en ocasiones redundantes, explicativos y, por tanto, innecesarios. Si bien en ciertas ocasiones tienen interés por crear conflicto, también es cierto que estos conflictos puntuales son bastante momentáneos y, por tanto, carecen de demasiada fuerza. El libro gana en agilidad e interés cuando Sisí se centra en describir y en desarrollar, perdiendo potencia en las pausas que los personajes realizan para charlar cuando no es necesario.
—Muchos vecinos… Bueno, digamos que viven con esto. Han aprendido a hacerlo. Saben cerrar sus puertas y ventanas cuando el sol desaparece, y callar bajo las mantas cuando empiezan los ruidos.
También podría deciros que hay una serie de partes, antes de que comience el verdadero viaje que se narra aquí (utilizo la palabra «viaje» a falta de una mejor, aunque no es uno como tal), que se hacen un tanto cuesta arriba. Esto, a mi parecer, se debe a una falta de complicidad con los personajes (y es, por tanto, algo personal). Joe Harper es uno de estos hombres de vuelta de todo que decide abandonar una vida en la que ya no pinta nada; un personaje que todos hemos visto y leído mil veces. Y yo estoy bastante cansada de este tipo de figuras, que sin llegar a ser cargantes, pues tienen aristas que producen interés, no me resultan atractivas ni llamativas en lo más mínimo. Quizás sea por el carácter tan masculino de que impregnan a las obras en las que aparecen, que me resulta demasiado, pero el caso es que no me convencen.
Pese a estos dos pequeños detalles, Vienen cuando hace frío me parece una novela de terror notable, con mucha potencia y desde luego capacidad para sobrecoger el corazón del lector. El gélido frío canadiense se cuela en casa durante la lectura del libro. Os invito a que descubráis aquello que viene en invierno.