Sabia vida savia — María Gabriela Lovera

Título original: Sabia vida savia
Idioma original: Español
Año: 2008
Editorial: Amargord
Género: Poesía
Valoración: Ovación
Esta mañana estoy de enhorabuena, creo que ha ocurrido algo increíble, y no me refiero a que sea viernes. Me refiero a este «Manual de irrealismo pragmático», tal y como se subtitula el libro que me dispongo a reseñar: «Sabia vida savia».
Y es que hacía mucho, muchísimo tiempo que no me dejaba sorprender de esta forma, aunque esto no es del todo inverosímil, ya que soy español y leer las noticias en este país te cura definitivamente de espanto. «Sabia vida savia» me ha traído, no un soplo, sino una oleada de aire fresco, limpio, libre. Sumergirse entre sus pocas páginas, bella e ingeniosamente ilustradas por Daniela Guglielmetti, es más que un viaje, un acontecimiento. Luego, al levantar la vista de nuevo, puedes comprobar que el mundo ha cambiado a tu alrededor, que el tiempo avanza mucho más despacio, y que esos pequeños detalles que antes se te escapaban ahora adquieren gran protagonismo. ¿Magia? ¿Sólo un cambio de perspectiva? ¿Es el lector mismo el que ha cambiado, quizá?
Antes de seguir así y hacer que este post se asemeje más de la cuenta a un anuncio de compresas, paso a explicar de qué va el librito en cuestión. Bueno, en realidad no sabría decir qué es exactamente, ni siquiera podría aproximarme a definirlo. Desde su portada roja con un pájaro que lleva una tuerca en su pico, pasando por el maravilloso prólogo de Pablo Fernández Christlieb, el libro en sí, sus dibujos, hasta llegar al glosario (en riguroso desorden alfabético), este cuentecillo es lo que se conoce como algo completamente inclasificable.
Esto es algo que ya en el prólogo se advierte:
«Puede que sea un libro de niños para adultos, o puede que sea un libro de sueños para la vida diaria. A lo mejor es lo mismo».
 
Y por si fuera poco, hay una nueva advertencia justo antes de la primera ilustración, por si acaso no te pica ya  lo suficiente la curiosidad, o si tal vez quieres una última oportunidad para cerrar el libro y no verte atrapado definitivamente en él. Dice así:
«Este manual no tiene sentido en el sentido estricto de la palabra, mas sí en el sentido relajado de la misma. Lo escrito se cuela por los bordes del libro hasta tu regazo, para que acaricies la tarde que dormita en su lomo».
 
El texto, surrealista donde los haya, se va trenzando con las también surrealistas imágenes, abriendo así las puertas a un mundo onírico, fantástico. Las imágenes van más allá de las ilustraciones, dando lugar a nuevas experiencias que se pueden palpar y oler. Muy pronto te das cuenta de que este libro es idóneo para tenerlo a mano, dispuesto para abrirlo por una página al azar y dejarse llevar.
«Si la conciencia apedrea tu frente, recoge los cristales
y haz con ellos un lindo collar de brillantes.
Podrás echarlo al cuello de tu sombra,
para luego sacarla a pasear de cuando en cuando.» 
 
Y finalmente llega el turno del glosario, que como ya comentásemos antes, está en desorden alfabético. Aquí aparecen una serie de términos o imágenes que se repiten en la mágica tela de araña de la historia, y que resultan clave para tratar de comprender qué está pasando. Obviamente, al leer las definiciones, no sólo  no se consigue tener más claro el significado, sino que éste queda más borroso y tergiversado. De este modo, el glosario sólo supone el fin de la primera lectura y el principio de otras muchas en el futuro:
«CARACOL: 1 Nudo de mar en la cabeza de un ermitaño. 2 Hélice que por lenta, no alza el vuelo. 3 Pequeña sinuosidad en el camino del saber».
 
Como conclusión ya os podréis imaginar que recomiendo encarecidamente este libro, imprescindible en la librería de cualquier amante del arte más puro, fan de cuentos con principio y sin final, adulto con su niño interior muy desarrollado (o con niños exteriores y biológicos en edad de leer), creyente apasionado en la magia, activista poético, objetor de conciencia creativo y algún que otro alegre ciudadano con necesidad de que le recuerden de vez en cuando que no es todo tan gris. He aquí el regalo perfecto para cada uno de ellos.