Juan Miguel Contreras: Cardiopatías

Cardiopatías. Libros Prohibidos

Título completo: Cardiopatías. Relatos de insumisión y de dudas
Año: 
2017
Editorial: Baile del sol
Género:
 Libro de relatos

El dolor de corazón hecho libro

Esta entrada sabe a despedida. No porque me vaya yo —os queda Javier Miró para rato, colegas—, sino porque esta es la última crítica que se realiza en esta revista online a un libro que no es de género fantástico, esto es, que no tiene ningún elemento de ciencia ficción, fantasía o terror. Como ya anunciamos hace un par de semanas, a partir de ahora solo vamos a hablar de literatura de este tipo, pero sin dejar de lado la vertiente más independiente, claro. De modo que Cardiopatías, de Juan Miguel Contreras, y aunque parezca increíble, es la última obra de narrativa de Libros Prohibidos.

Estos nueve relatos aquí incluidos, fueron escritos entre 1998 y 2006. Su autor los reunió después de perderlo casi todo y verse obligado a empezar de nuevo. Se trata de historias que no fingen su extrañeza ante un mundo del que intentan dar cuenta, llenas de homenajes literarios, donde el recuerdo de una adolescencia diletante se mezcla con otras historias, más o menos amables, sobre amigos devastados y amores imposibles. También tienen cabida relatos históricos de una memoria aún ignorada, andanzas de músicos y directores de cine, teatrales periodistas y enfermos sin redención posible. Cardiopatías es un mosaico narrativo que dibuja unas vidas siempre en cambio y siempre frágiles. Unas vidas que resuenan en el violín de una niña que echaba de menos a su familia, que fue cuando empezó realmente todo.

Cardiopatías es un libro de relatos del autor de La muñeca rusa, obra que también reseñamos aquí hace un par de años. Juan Miguel Contreras vuelve con una obra muy distinta, una colección de cuentos escritos entre 1998 y 2006. Y esto para mí ya es algo negativo, y me explico. Soy un maniático de los libros de relatos. Creo que estos, aunque estén compuestos de obras independientes, deben tener un mismo porqué, deben tener un mismo significado, un mensaje que vaya en un mismo sentido. O sea, que tienen que ser escritos con un propósito en un momento concreto del autor. Para mí no hay nada mejor que un libro de relatos con un hilo narrativo y temático definido, algo así como los buenos discos de los buenos grupos. El mejor ejemplo de ello es Jaulas de aire, de Arantxa Rochet. Pues resulta que, pese a ser una recopilación de cuentos escritos en distintas fechas y circunstancias, esto también ocurre con Cardiopatías. Asombrosamente, los cortes mantienen una unidad palpable. Esto indica que, o bien el autor ha mantenido los mismos intereses a lo largo de los años, o que solo ha reunido aquí los textos que mejor casaban. De una forma o de otra, se lleva mi aprobación.

Me ha sorprendido lo bien escrito que está este libro, lo cuidado que está, mejorando a veces a La muñeca rusa, pese a estar esta escrita posteriormente. Está claro que el autor le ha metido mano a los textos antes de la publicación para cuidar el estilo y que estos se asemejan más a su forma de entender la literatura en la actualidad, pero no solo me refiero a eso. La profundidad de las temáticas también aparentan las de una obra que parece recién escrita. La aproximación a temas más profundos y actuales como la soledad, el desamor, la incertidumbre de futuro y demás temas existenciales, llaman con fuerza a la puerta del lector; pero no con el ímpetu de la juventud, sino desde una posición más adulta, serena y sensata. En efecto, Juan Miguel Contreras ya sabía de esto de las letras en 1998, cuando solo contaba 24 años.

Cardiopatías. Soledad. Libros Prohibidos

Por supuesto, el autor se encarga de dejar impreso su sello en casi cada uno de los cortes. Es alumno aventajado de la escuela de retorcer la trama, de cruzar historias, en principio, inconexas, de trenzarlas como forma de dar sentido a la historia principal. Con esto consigue llevar al lector por donde más le interesa, además de aportar color, realismo y vida al relato. Sus frases larguísimas e hipnóticas seducen con sus requiebros y, en más de una ocasión, sorprenden. Y es que nunca sabes dónde te pueden llevar.

Ramón Navarro Flores acabó de leer El maestro y Margarita sentado en el retrete de su casa durante el ataque de gastroenteritis que lo tuvo postrado en el cuarto de baño durante más de tres días. Lo paradójico de esta historia no es que dos actividades tan dispares sucedieran al mismo tiempo, sino que, ante los ojos del propio Ramón, resultó sumamente irónico darse cuenta de que mientras estaba imbuido en semejante libro, su cuerpo estuviera sucumbiendo sin remisión por culpa de una terrible diarrea provocada seguramente por un cartón de leche en mal estado.

Diseccionando los relatos

Cardiopatías es un libro cortito, cosa que aprecio en una colección de relatos. Los nueve cortes que lo componen se dividen en cuatro partes más un epílogo para un total de 167 páginas. Ahora voy a dar algunas pinceladas sobre cada uno de los cuentos, aunque la mayor parte de ellos bien se merecerían su propia reseña.

Comenzamos por «Sobre hojas de humo», una historia que ya nos va adelantando el realismo, la cercanía y, sobre todo, la plausibilidad que nos vamos a encontrar en el resto del libro. Una historia muy bien llevada y que nos podría ocurrir a cualquiera. Luego viene «Cintas magnetofónicas», donde el autor experimenta con distintos momentos y puntos de vista. Aparecen los primeros desencuentros y amores no correspondidos, temáticas que veremos en más de una ocasión.

En la siguiente parte nos encontramos con «Historia perdida en una bañera» y «De duelistas mórbidos y satélites mal calibrados». Son los más desiguales. Algo más aguado el primero, que no consigue romper como pretende, y mucho más potente el segundo —uno de mis favoritos—, con una sobresaliente capacidad de abstracción y de llevar al lector en volandas pero que muy lejos.

El tercer bloque trae «La pena de desamparado», cuento exótico y divertido escrito con un estilo muy arriesgado —muchas de esas frases laaaaaaargas que comenté antes están aquí—. Por suerte, el autor tuvo el suficiente sentido común de no hacerlo demasiado largo y darle su justa medida. Esto no ocurre con «Mordaza de bruma», que se lía demasiado y termina resultando un poco demasiado enrevesado. Que conste que el trasfondo es precioso, pero no es el texto mejor acabado de la colección.

La última parte contiene mi otro relato favorito: «Imposible Penélope», cuya temática —la construcción del Valle de los caídos a manos de presos— está tan de actualidad en el momento que escribo esta crítica. Y viene muy bien para que no olvidemos los verdaderos significado e historia de ese monumento maldito. Le acompaña «La última noche de Richard D. Lane», una curiosa historia que parte de una premisa que no es la más original del mundo, pero que tiene su gracia por la peculiar forma en la que está contada. En realidad, narra la historia «verdadera» de Con faldas y a lo loco.

El epílogo, «La ciudad trenzada», vuelve a hacer gala de todas las señas de identidad del estilo relatista del autor —así como algunas de sus temáticas más recurrentes como la música y los viajes— y busca cerrar el ciclo por todo lo alto. Y lo consigue. Es el responsable de dejar al lector con un buen sabor de boca y me da pie a recomendaros este libro. Aunque no termine de tiraros la narrativa.

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Foto: Keegan Houser. Unsplash