Título completo: Perspectivas voraces
Autor: Antonio G. Mesa
Año: 2020
Ilustraciones: Karol Scandiu (portadista)
Editorial: Wave Books
Género: Libro de relatos (fantasía/ciencia ficción)
Perspectivas voraces es una colección de relatos de Antonio G. Mesa con diferentes temáticas, de los géneros fantástico y de ciencia ficción.
Obra perteneciente a la sección oficial de los Premios Guillermo de Baskerville 2020
Como ya sabéis, un objetivo importante para Libros Prohibidos es dar visibilidad a libros y autores de género que estén empezando o que publiquen en microeditoriales o por su cuenta. Hoy os traemos una obra que nos hizo llegar su autor, de acuerdo con nuestra política de reseñas.
Perspectivas voraces es una colección de ocho relatos de producción tempranísima de su autor (de hecho, el primero de ellos, «La basura», es su primer cuento). Se inscriben dentro de diferentes géneros, pero prima el terror en diversas formas; además, todos ellos se presentaron y/o publicaron en diferentes antologías temáticas.
De estos ochos relatos, dos de ellos sobresalen por encima de los demás y quisiera hablaros de ellos primero:
Cuerpos más allá del límite
«Hijos de Coubertin» sigue a Ayu, un taxista etíope en una Nairobi capital de la nueva y próspera Unión Africana. Están a punto de celebrarse los primeros Juegos Olímpicos en los que las mejoras corporales en los atletas están admitidas, tras una crisis del deporte profesional en su lucha contra el dopaje. Este relato combina una interesante reflexión acerca de dicho tema —cuando el deporte profesional es espectáculo y hace tiempo que los atletas llegaron a los límites humanos de sus cuerpos, ¿cómo puede dicho espectáculo mantener su interés?— con un worldbuilding atractivo y refrescante y un final más que satisfactorio.
Por otro lado, destaca sin duda «El maremoto», una ficcionalización breve de los eventos históricos que rodearon al tsunami que asoló la ciudad de Cádiz el 1 de noviembre de 1755, consecuencia del Gran Terremoto de Lisboa y que dejó 2.200 muertos entre Cádiz y Huelva. Mesa ha elegido un acontecimiento histórico terrorífico y relativamente poco conocido, y su relato atrapa desde el principio. Se trata de un relato coral en el que se narran las historias de diversos personajes de la época, incluyendo al gobernador, el capitán de la guardia, un rico comerciante, sus sirvientes y su familia, y un paupérrimo pescador. El horror de un mar que desaparece y reaparece algo más tarde con una forma que jamás debería tener para destruir todo a su paso se plasma con maestría.
Paso a paso
Otro relato a destacar es «Fauna», que narra el aterrizaje de una nave de comerciantes-carroñeros en un planeta inhóspito. Si bien el relato está bien diseñado, resulta interesante y tiene un final satisfactorio (aunque, sin haberlo leído, creo que me habría gustado más el final original que el autor describe en el epílogo), le vendría bien mayor extensión, mayor detalle y una distribución espacial más clara. Algo similar ocurre con «El tesoro de Winston J. Shepard», un brevísimo relato epistolar en homenaje a Drácula que es demasiado corto para su contenido y demasiado poco impactante para su extensión.
En mi humilde opinión, la colección presenta dos defectos: el primero es la tendencia de Mesa a un lenguaje refinado y arcaizante que funciona de perlas en relatos de época como «El maremoto» y «El tesoro de Winston J. Shepard», pero tiene un efecto desconcertante en narraciones contemporáneas como «La basura», «La presencia» y especialmente «Maullidos», que en lo temático es un homenaje al cine de serie B.
El segundo es la ausencia casi total de mujeres en sus relatos si no es para ser víctimas de violencia —me gustaría aclarar que lo primero no me resulta un problema, pero lo segundo sí—. En el caso de «La basura», en el que un niño tiene que lidiar a la vez con monstruos que viven en los contenedores y con el maltrato físico y psicológico de su padre al resto de la familia, algunas formas toscas de describir a la madre pueden disculparse por la inexperiencia del autor, pero lo que ocurre en el epónimo «Perspectivas voraces» me parece simplemente una broma de mal gusto.
En conclusión, uno siempre se arriesga cuando publica sus primerísimos relatos, y, en este caso, Antonio G. Mesa muestra potencial a la hora de crear narraciones interesantes, con temáticas y giros efectivos, si bien el estilo y la ejecución aún pueden mejorarse. Algunos de los relatos de Perspectivas voraces son redondos, otros tienen alguna arista que pulir, lo que es seguro es que Mesa es un autor al que seguirle la pista en el futuro.
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Foto de Braden Collum en Unsplash