Alejandro Fernández Monte: La rebelión del Norte

La rebelión del Norte. Libros Prohibidos

Título completo: La rebelión del Norte. La historia de Alverad, el escudero de Don Pelayo
Año:
 2017
Editorial: Autopublicado
Género: Novela histórica

El raro lujo de la imparcialidad

Estoy encantado de hacer esta reseña por muchos motivos. El primero de ellos es porque se trata de un libro autopublicado y  de una novela histórica tratada con cariño —como veremos más adelante—, y eso es para mí una debilidad. También porque su autor es uno de nuestros mecenas, y yo por ellos MATO. Pero, sobre todo, porque este libro ha querido estar en este espacio. Yo lo descarté porque me llegó demasiado tarde y ya no entraba entre las lecturas de los Premios Guillermo de Baskerville 2017 —de momento solo podemos permitirnos leer libros que sí entren—. Entonces su autor me dijo que fue publicado en junio de 2017, por lo que, en realidad, entraba en los PGB18. Y aquí está. Con vosotros, La rebelión del Norte, de Alejandro Fernández Monte.

Año 711. Tarik ibn Ziyad acaba de desembarcar en la bahía de Algeciras al mando de un ejército musulmán, y rápidamente se asegura una posición, obligando al rey Rodrigo a acudir con sus tropas para hacerle frente.
Alverad, un joven soldado al servicio de un noble godo, lucha por sobrevivir en medio de la batalla de Guadalete, en la que conoce a un grupo de guerreros que le cambiará la vida. A su lado correrá peligrosas aventuras, mientras el ejército musulmán avanza inexorablemente conquistándolo todo a su paso.

No solemos hablar mucho de novela histórica por aquí, pero las dos que tenemos hasta el momento son autopublicadas, de autores españoles y basadas en la Edad Media. Y debo decir que con un resultado muy satisfactorio. En el caso de la obra que tratamos hoy, y como su propio autor indica, trata de un periodo de tiempo de gran importancia para la historia de España y del que hay muy poca información. Estamos hablando de la invasión musulmana de la Península Ibérica a comienzos del siglo VIII y los años inmediatamente posteriores, cuando se comenzó a gestar la rebelión de los nobles del Norte. Son tan pocas las fuentes, y tan contradictorias, que el autor ha tenido que realizar un colosal trabajo de reconstrucción en el que no faltan un buen puñado de hechos de su propia cosecha y otros extraídos de la documentación. Es al final, cuando se encuentran los anexos, el momento en el que el lector comprende la dificultad que ha entrañado escribir este libro, lo cuidadoso que ha tenido que ser Alejandro Fernández Monte a la hora de montar la trama, y la imaginación que ha tenido que aportar. Por cierto, los anexos ocupan un espacio nada despreciable del final del libro y lo normal es querer saltárselos, pero son tan completos y agregan tanta información de valor que resulta muy difícil no empaparse de ellos. Lo digo por experiencia.

Otra cosa queLa rebelión del Norte. Covadonga. Libros prohibidos me ha gustado mucho es la neutralidad. Yo tuve la ¿suerte? ¿desgracia? de estudiar Historia en la Universidad de Sevilla y desde allí se le daba bastante importancia a la España musulmana. Me temía que en un libro que relata la revuelta del Norte y que está desde el punto de vista cristiano, fuera a ser parcial o poco considerado con el bando enemigo. Pues no es así en absoluto. La rebelión del Norte destaca por su veracidad y la justicia con la que muestra a todos. Los árabes son los malos de la película, pero no por ello el autor se ceba ni con su raza, ni religión, ni condición. No hay propaganda ni aire planfletario. El interés reside aquí en mostrar los hechos de la forma más veraz posible, lo que también incluye desprenderse de misticismos o de hechos sobrenaturales que las leyendas posteriores atribuyeron a la batalla de Covadonga —templo mostrado en la foto—, por ejemplo.

Narrado en primera persona por un personaje ficticio como es Alverad, el supuesto escudero de Don Pelayo, la historia cubre once años de duración, desde la llegada islámica en 711 hasta la batalla de Covadonga —normalmente aceptada en 722—. Los momentos con mayor peso en la trama son aquellos que muestran movimiento y lucha, lo que convierte a La rebelión del Norte en un libro de acción, aventuras y lectura ligera. Esto es de agradecer en las obras históricas, y no lo digo por mí, que me encanta esto, sino por el público en general, ya que, por si no os habíais dado cuenta todavía, recomiendo esta obra a todo tipo de lector, no solo a los amantes de la novela histórica.

A lo largo de nuestra vida perdemos y ganamos muchas pequeñas batallas, pero no todos los días se pierde una gran batalla como aquella y se vive para contarlo. He conocido a muchos soldados con los que he hablado de esto, y todos coinciden en una cosa: los días posteriores son los peores.
Ya no se trata de curar las heridas recibidas, asunto este bastante peliagudo, pues no son pocos los que pierden una extremidad, o la propia vida, debido a las infecciones producto de lesiones mal curadas. No es frecuente recibir ayuda especializada en dichos menesteres, y menos si uno se encuentra perdido en mitad del campo intentando pasar desapercibido, no sea que las patrullas del ejército enemigo, y al fin y al cabo vencedor, den contigo.

Detallitos, detallitos

El lenguaje utilizado durante todo el libro es siempre correcto. Los personajes hablan como se supone que debería hacerlo un grupo de guerreros. El narrador que, no lo olvidemos, es uno de los personajes contando la historia desde un momento posterior, tiene una voz propia acorde con los acontecimientos. No se prodiga en florituras y sus descripciones son adecuadas para la situación, pero quizá demasiado escuetas. Me da lástima por esto último, ya que la época es muy interesante para nosotros que lo vemos desde el siglo XXI: se trata de una España que ya no es parte de Roma, pero donde todavía perviven su lengua, cultura, costumbres y la inmensa mayoría de sus construcciones. Además, tampoco existen muchos de los monumentos que ya consideramos como parte del legado histórico. Me ha faltado un poco más de detalle, aunque esto es algo personal.

Por otro lado, a veces, al autor se le escapan algunas cositas que no diría un narrador de la época. Por ejemplo, decir que el puente de Córdoba es romano no termina de ser realista en una época donde, como comentábamos antes, el 95% de las construcciones eran romanas. En esos —pocos, todo hay que decirlo— casos se le nota al autor que ve la historia desde un punto de vista muy posterior. Es, de todas formas, algo muy excepcional y que en absoluto molesta el avance de la lectura.

Para finalizar, no quiero dejar de mencionar que la ilustración de portada de La rebelión del Norte es del recientemente fallecido Alfonso Azpiri. Vaya desde aquí nuestro homenaje, maestro.

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Foto de Covadonga: horrapics