Ngũgĩ wa Thiong’o: No llores, pequeño

Mejores libros independientes de 2017. No llores, pequeño. Libros Prohibidos.

Título original: Weep not, Child
Idioma original: Inglés
Año: 1964
Editorial: Kailas (2017)
Género: Novela
Traducción: Alicia Frieyro Gutiérrez

Crudo relato de la injusticia

Para aquellos familiarizados con la historia de Kenia, la rebelión del Mau Mau supone un momento histórico relevante y conocido. Sin embargo, se trata de una revolución que se pierde en el fragor de las miles producidas en el mundo, más aún en África y en la época colonial, continente de estabilidad política escasa, si no mínima. En No llores, pequeño, Ngũgĩ wa Thiong’o describe la Rebelión desde la perspectiva del joven Njoroge, un muchacho keniano cuyo deseo por estudiar se verá dificultado por todo lo acontecido en el país.

Os seré sincera: no conocía esta historia. Las palabras «Mau Mau» despertaban un recuerdo tímido en mi cabeza, de algo quizás aprendido por encima en el colegio, pero la cosa no iba más allá. Y tras la lectura y comprensión de todos los sucesos, una no puede evitar una enorme tristeza, tanto por no conocer la historia con anterioridad como por el hecho de que se trata un relato de privaciones y vejaciones constantes, contado por un experimentado narrador con una voz impecable y un gusto exquisito para escribir. Wa Thiong’o escribe de una forma muy directa, sin sutilezas, pero exprimiendo al máximo el monólogo interno y la sencillez de las intervenciones de los personajes para que el relato adquiera un estilo muy cercano pero cortante, familiar pero rompedor. Hay párrafos y párrafos para releer, para degustar, para disfrutar en voz alta, tanto en la narración como en los diálogos; no solo ya esto por la forma sino por lo certeras que son muchas de las reflexiones que el autor propone. No hay nada escondido aquí, se presentan unos hechos terribles y unos personajes sanguinarios cuyos pensamientos observamos, y es sencillamente alucinante; al mismo tiempo, nos enfrentamos a la humanidad más pura y tierna, a la familia, al amor y al crecer. A la desaparición de la inocencia.

Desde muy pequeño, Njoroge había contemplado a su padre como el centro de todo. Mientras viviese, nada podía salir mal. Y así fue como Njoroge fue haciéndose mayor, temiendo a su padre, y aun así depositando una fe implícita en él.

Guerra, represión y muertes

Es inevitable leer y empatizar de una forma increíble con los personajes “protagonistas”. Njoroge y su familia sufren,No llores, pequeño. Ngugi wa Thiong'o. Libros Prohibidos todos los kenianos sufren, y su lucha se lee tan veraz que te deja hecha polvo. Por otro lado, el hecho de estar contando una historia verídica hace que no parezca haber esperanza alguna, aunque sí haya atisbos generales de fe que sobre todo encuentran su raíz en Dios. Solo es necesaria una mínima visita a Wikipedia para ver que la Rebelión del Mau Mau, pese a tener continuidad en el proceso de independencia del país, fracasó. Esto no hace más que añadir dureza a una lectura ya de por sí lacrada por la constante injusticia y la poquísima empatía que muchos personajes demuestran. La descripción de los horrores de la guerra, la incomprensión, la enajenación, la crueldad, la muerte que aparecen en las páginas de No llores, pequeño la convierten en una historia no recomendable para todos los lectores. Y, sin embargo, también la convierten en una obra… que calificaría de indispensable.

Él sentía una especie de placer gratificante. La maquinaria que había puesto en marcha funcionaba. Los negros estaban destruyendo a los negros. Acabarían destruyéndose por completo. ¿Qué le importaba a él si los negros del bosque destruían un poblado entero? ¿Qué tenía de malo salvo el hecho de que disminuiría la mano de obra? ¡Que se destruyeran entre ellos! ¡Que luchasen unos contra otros! Los pocos que quedasen se conformarían con la tierra que el hombre blanco había preservado para ellos.

No es solo el hecho de que sirva para conocer una perspectiva necesaria de una época oscurecida y que ha llegado a nosotros por los testimonios de los ganadores, los británicos (que calificaban a los Mau Mau de salvajes que fueron pacificados y educados), no. No llores, pequeño es mucho más que esto. Es un canto a la esperanza, a la familia, es un rayo de luz, un intento de hacer justicia, escrito con humildad (me vais a perdonar que utilice este adjetivo para hablar de un estilo, pero así es la vida) y con ingenio, pero también con mucha ternura y benevolencia hacia aquellos de quienes habla. A fin de cuentas, el mañana siempre está ahí, y las nubes oscuras siempre terminan desapareciendo, como decía Walt Whitman.

Esperanza en la oscuridad

Es la narración del egoísmo y la crueldad humanas y la revelación de la tierra como el eje de toda la confrontación. «¿Y adónde fue a parar la tierra?», se pregunta un personaje al principio de la novela. Pienso que es esta la pregunta clave, no solo para hablar de Kenia, sino para hablar del ser humano vejado y oprimido en todos los aspectos posibles. Y toda la obra busca responder a la cuestión, dando voz a todos esos seres humanos que, pese a haber perdido su tierra, siguen siendo la tierra misma y por ella luchan, pese a perder la fe, pese a la desesperanza y pese a la bestialidad a la que se llega de forma inevitable cuando se lucha en una guerra. Pese a que podría deciros muchas cosas en referente a esta reflexión y a esta forma de crear, me limito a afirmaros que No llores, pequeño es espectacular. Completa y absolutamente espectacular.

—¿Y la libertad?
—Una ilusión. ¿Qué libertad existe para ti y para mí?
—¿Por qué luchamos, entonces?
—Para matar. Si no matas, te matan. Así que tú sigues matando y destruyendo. Es una ley de la naturaleza. El hombre blanco también lucha y mata con gas, bombas y de todo.
—Pero ¿no crees que está mal luchar y matar si no es por una gran causa como la nuestra?
—¿Y qué gran causa es la nuestra?
—Pues la libertad y la restitución de nuestra herencia perdida.
—Quizá haya algo de eso. Pero para mí la libertad carece de sentido si no puede devolverme a un hermano al que perdí. Y como no puede hacerlo, lo único que me queda es luchar, matar y celebrar la muerte de cualquiera que caiga bajo mi espada.

Creo difícil leer No llores, pequeño y no encontrarla fascinante. También considero que es difícil no sentirse subyugado ante la prosa de Ngũgĩ wa Thiong’o. Espero encontrarme pronto con alguna otra novela suya en mis manos.

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