Año: 2015
Editorial: Baile del Sol
Género: Novela corta
Valoración: Está bien
He de comenzar con una confesión: este libro y yo no empezamos con buen pie. Gran parte de la culpa la tiene el título del mismo. Elvira Rebollo tiene un blog que se llama Loca Novelife y por ello (imagino) se decantó por este mismo nombre para su primera novela, y también para la que hoy nos ocupa, que es su segunda parte. A mí personalmente me parece un título bastante mejorable (por decirlo educadamente). Ello hizo que me costara más de la cuenta decidirme a leerla. Quizá os esté resultando un poco exagerada, por eso de que no hay que juzgar un libro por su portada (lo que incluye su título, entiendo). Este dicho popular tiene su parte de razón, por supuesto, pero también es importante que los escritores cuiden mucho el título de su libro (y su portada). Al fin y al cabo, es lo primero con lo que se topa cualquier lector, y en el criterio de un autor a la hora de escoger un buen nombre se deja entrever la calidad de su escritura (pensemos en ejemplos de títulos maravillosos y atemporales como El hombre que fue jueves o Corazón tan blanco). Tomar una mala decisión en este aspecto puede suponer una condena al olvido para la propia novela, quizá injustamente (lo que sería el caso en la obra que nos ocupa, como veremos).
Decía que esta novela y yo no empezamos con buen pie. Aparte del título, las primeras páginas y, en especial, el primer capítulo me dejaron con bastante mal sabor de boca. En ellas, Rebollo parece esforzarse por hacer de este un libro graciosete, y agolpa muchos chistes uno tras otro en muy pocas páginas. Quizá andaba yo mosqueada todavía por lo del título, pero lo cierto es que las primeras páginas me hicieron más bien poca gracia y empecé a temer que fuera una novela que quisiera ser graciosa y se quedara en el intento, como alguna otra que ha pasado por aquí. Tampoco ayudó a causarme buena impresión el hecho de que la autora se sumara a la tendencia, cada vez más frecuente, de incluir frases en inglés sin asegurarse de no caer en faltas gramaticales ni de ortografía (como ejemplo, de tres veces que aparece la palabra “brighter”, en todas pone “brigther”).
A pesar de todo esto, Loca Novelife 2 se salva de la quema. Para explicaros por qué, os pongo un poco en situación. La obra nos cuenta un pedacito de la vida de Eugenia Gutiérrez, una mujer a la que el destino le ha tratado bastante mal y se encuentra con una depresión de caballo, fundamentalmente a causa de hechos desconocidos para quien no haya leído la primera parte de la novela (como es mi caso). Esta falta de información no resulta un obstáculo, más bien al contrario; le da cierto toque misterioso a la novela, y además contribuye a que nos centremos en la situación emocional de Eugenia y su lucha por salir del agujero. De entrada, no me parece un planteamiento excesivamente interesante, pero la obra goza de tres virtudes innegables que hacen de su lectura una experiencia positiva.
Primero de todo, se encuentra la capacidad que tiene la autora para lograr que el lector empatice con Eugenia. Al comienzo, mi mosqueo me impedía interesarme realmente por la vida de este personaje, y pensé que la trama no lograría atraparme. A pesar de que puedo llegar a ser terca como una mula, acabé por conmoverme con muchos de los episodios narrados, y desarrollé una verdadera cercanía con el personaje, lo cual no deja de sorprenderme, teniendo en cuenta que Rebollo ha logrado mi cambio de parecer en poco más de 100 páginas. Tener una trama que logre envolver al lector, que resulte palpable y que remueva las emociones es algo de lo que pocos libros pueden presumir.
En segundo lugar, hay que señalar que las conversaciones son realmente buenas. Esto es algo en lo que suelen fallar los libros de autores jóvenes, y es que reproducir la naturalidad con la que conversamos cuidando la gramática es muy difícil. Rebollo logra esto de sobra, algo que seguramente tenga que ver con su familiaridad con el género teatral. He disfrutado mucho con los diálogos, en especial los que tienen lugar entre Eugenia y Gael, su amigo del alma. Y sí, finalmente consiguieron que me riera.
Para finalizar, no quiero quedarme sin mencionar el desenlace. No es mi intención destriparlo, así que solo diré que es un final muy bueno: sorprendente, original y conmovedor. Un final de diez, si les soy sincera. Así que, a pesar de que no comenzamos con buen pie, acabé con la sensación de que había merecido la pena darle una oportunidad a este librito. Ahí lo dejo.