Título original: Un paysage de cendres
Idioma original: Francés
Año: 1996
Editorial: Nocturna Ediciones (2015)
Género: Novela
Valoración: Muy recomendable
Hoy vengo a hablaros de una preciosa novela que no había sido traducida al español hasta que en la editorial Nocturna decidieron apostar por ella. Desde aquí queremos agradecerles que nos hayan hecho llegar un ejemplar, y también que hayan facilitado que los hispanohablantes podamos conocer la historia que Élisabeth Gille quiso dejar plasmada. Y es que, amigos, estamos ante una de esas historias que no deben quedarse sin ser contadas.
Un paisaje de cenizas podría considerarse una novela. Cuenta la trágica historia de Léa Lévy, una niña judía de cinco años que, en plena Segunda Guerra Mundial, es ocultada en un internado católico de Burdeos al tiempo que sus padres son deportados a Auschwitz, de donde no volverán. En el internado, Léa conoce a Bénédicte, otra interna de padres comunistas con la que formará, desde el primer momento, un vínculo único e irrompible. Acompañaremos a la indomable Léa y a la tierna y compasiva Bénédicte en sus aventuras en el internado, con el ruido de las bombas de fondo, y una vez acabe la guerra, las veremos crecer y aprender a vivir con el horror que supuso para el mundo descubrir la verdad oculta tras los campos de concentración.
Un paisaje de cenizas es una novela, pero también una novela histórica, en tanto que todo cuanto aquí se narra está enmarcado en unos acontecimientos reales: la ocupación de Francia por los nazis, su posterior liberación, el regreso de los pocos deportados que sobrevivieron, el surgimiento de las protestas estudiantiles contra el colonialismo… Y tiene, además, retazos autobiográficos. Los padres de Élisabeth Gille (la escritora Irène Némirovsky y el banquero Michel Epstein) fueron deportados también a Auschwitz en 1942, y tampoco regresaron. Mucho de lo que se cuenta en esta novela fue vivido en sus propias carnes por Gille. Todo esto, como no podía ser de otra manera, dota de un realismo y de una profundidad inusitadas a la obra.
Se trata de un libro de un estilo delicado y sorprendentemente visual. La narración es pausada, detallista, sin llegar a resultar cansina. La historia de Léa resulta entrañable y conmovedora a un mismo tiempo, sin que la autora recurra en ningún momento a la sensiblería barata. Tanto ella como Bénédicte están muy bien perfiladas, y el texto deviene en un retrato certero de la niñez y la adolescencia, si bien empañado por los terribles acontecimientos que viven los personajes.
Decía que es una historia que no debe quedarse sin ser contada. Las novelas sobre el Holocausto y la Segunda Guerra Mundial abundan, pero en este caso hay un elemento que marca una importante diferencia. Asistimos a estos tiempos convulsos desde la perspectiva de una víctima indirecta del conflicto. El trauma que puede suponer para una niña quedarse huérfana en tan atroces circunstancias queda reflejado a la perfección, y considero que es vital, y más en los tiempos que corren, que seamos conscientes de la magnitud del horror de las guerras. Un paisaje de cenizas es un excelente recordatorio de que incluso los supervivientes, los que no reciben ni un rasguño, pueden ver su vida entera truncada.
Aunque el texto es, a ratos, de una belleza sobrecogedora, no estoy segura de que la traducción funcione del todo. Me he encontrado, en ocasiones (que, por otra parte, no han sido abundantes), con una mezcla inverosímil de lenguaje excesivamente arcaico (como la frase “so pena de…” en un diálogo) con expresiones innecesariamente coloquiales (“de chiripa”, “chavala”, …). Es difícil determinar, claro, si esto es culpa de la traductora, o si este contraste estaba ya en el texto original.
Por otro lado, la referencia a acontecimientos históricos es a veces excesiva, y los lectores que, como yo, no estén familiarizados con los pormenores de la historia francesa del siglo XX de vez en cuando se perderán. Las pocas notas al pie que hay son de inmensa ayuda, así que quizá alguna más hubiera sido de agradecer. En cualquier caso, es una nimiedad para lo que en conjunto es una edición muy cuidada.
Aunque mi experiencia con Un paisaje de cenizas ha sido excelente en su conjunto, me es necesario realizar un comentario negativo respecto a cómo la autora decidió cerrar la novela. Sin espoilear en absoluto, he de decir que me ha parecido un final del todo innecesario y desconcertante, que se desarrolla de forma atropellada y dejando a un lado el mimo con el que todo lo demás está narrado. Es algo que se circunscribe, literalmente, a las dos últimas páginas del libro, y tiene la apariencia de un pegote; como si otro autor hubiera decidido alterar el desenlace y meter algo que ni viene a cuento ni funciona en absoluto. Considero que el lector se quedaría con mucho mejor sabor de boca con un final alternativo, incluso eliminando sin más esas dos últimas páginas. Por este pequeño detalle (que resulta tan chocante y confuso que se vuelve mucho más grande de lo que es) no puedo ponerle a este libro más que un Muy recomendable, que tampoco es poco. Pero, por otra parte, de no haber sido por esto, seguramente se hubiera llevado un Ovación.