Una búsqueda épica de la verdad — VVAA

Título original: Logicomix: An epic search for truth
Idioma original: Inglés
Guión: Apostolos Doxiadis y Christos Papadimitriou
Ilustraciones: Alecos Papadatos y Annie di Donna
Año: 2011
Editorial: Ediciones Sins Entido
Género: Cómic
Valoración: Ovación

Me dispongo a realizar una reseña de un cómic (¡nada más y nada menos!), que además trata acerca de una frikada absoluta (la historia de la matemática y de la lógica), y he decidido ponerle la valoración ovación, algo que en esta web utilizamos con muchísima precaución y sólo reservamos para las joyitas literarias que más han logrado sorprendernos y encandilarnos. Antes de que me apedreen, les pido, por favor, que atiendan a mis razones, que no son pocas.

Para empezar, se trata de una apuesta arriesgada en extremo. ¿Quién, así, a priori, querría leer un cómic que narra cómo se fraguó la revolución en matemáticas y en lógica que tuvo lugar a comienzos del siglo XX? Sin duda, yo misma sería una de las posibles candidatas a lectores potenciales, pero hay que admitir que los frikis a los que estas cosas nos apasionan somos minoría. Así que, de entrada, minipunto para los autores (y editores) por echarle ovarios y atreverse a apostar por lo que pocos apostarían. Cabe señalar aquí que, además, no se equivocaron: el libro fue best-seller sorpresa en Grecia (donde se publicó en 2008, un año antes que en EEUU y Reino Unido, pese a que el libro fue originalmente escrito en inglés), para a continuación pasar a encabezar la lista de los cómics más vendidos en EEUU. ¿Cómo es esto posible?

Precisamente el encanto principal de Logicómix reside en su capacidad para convertir algo que a muchos resultaría soporífero en una historia fascinante que engancha desde la primera página y se lee con tal facilidad que, cuando quiere uno darse cuenta, se ha acabado las 300 y pico páginas que lo componen y se ve a sí mismo con cara de lelo, como diciendo: «¿Ya?». Cuando un libro de tal grosor consigue que uno quiera que continúe y continúe hasta el infinito, tiene que tener algo especial, ¿no?

Empecemos por el principio. Logicómix se nos presenta, de entrada, como un juego de meta-meta-meta-niveles. Comienza con un personaje que representa a uno de los autores del cómic rompiendo la proverbial «cuarta pared» para dirigirse al lector y presentarle la obra: primer nivel. A continuación, asistimos a una reunión de los autores e ilustradores del cómic, hablando entre sí como si el lector no estuviera presente, y discutiendo la mejor manera de articular el libro: segundo nivel. Enseguida entramos de lleno en la historia (tercer nivel). La Segunda Guerra Mundial acaba de empezar y el protagonista, el filósofo y matemático Bertrand Russell, se dispone a dar una charla en una universidad americana, cuando es asaltado por un grupo de manifestantes que quieren que se una a ellos en su protesta contra la intervención de EEUU en la susodicha guerra. Russell les pide que entren al auditorio para oír lo que tiene que decir, que tratará acerca de la importancia de la lógica en las relaciones humanas. Cuando Russell comienza su charla, entramos en el cuarto nivel de la obra, pues aquélla consiste principalmente en la historia de su propia vida, desde su más tierna infancia hasta el momento en el que tiene lugar la charla. Los autores aún se permiten flirtear con un quinto nivel, cuando nos muestran algunos trozos de la vida de Ludwig Wittgenstein (filósofo discípulo y archi-enemigo de Russell), a través de algunas de sus cartas que recibe el Russell de la historia que está contando Russell en su charla. ¡Uf! Parece lioso, pero no lo es. Los autores del cómic son capaces de pasar de un nivel a otro constantemente sin que el lector se pierda en ningún momento. Y, para ello, resulta fundamental la presencia de lo que constituye la siguiente razón por la que Logicómix se merece un ovación:

Las ilustraciones. Estéticamente, los dibujos de Alecos Papadatos y Annie di Donna quizá no sean los más bonitos del mundo (no dan ganas de hacerse un cuadro con ellos, vaya), aunque, sin duda, demuestran una absoluta maestría de la perspectiva. Consiguen, no obstante, guiar al lector a la perfección a través de los distintos meta-niveles, a la par que plasman de forma insuperable las emociones de Russell, la evolución de sus ideas, sus turbaciones, sus más profundas preocupaciones. Para muestra, un botón:

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Finalmente, no quiero quedarme sin mencionar el hecho de que la historia que narra (la vida de Russell), aunque no es 100% fiel a la realidad histórica, resulta apasionante. Los autores tratan de defender una hipótesis: que la lógica, como disciplina, nace de la locura, y por ello hay tal número de casos de enfermedades mentales entre los lógicos (esto no es tan cierto con respecto a las matemáticas, pese a la creencia popular). Para demostrar su tesis, nos van a mostrar cómo las ideas de Russell, y de tantos otros lógicos con los que irá interactuando a lo largo de la historia, surgen de sus neurosis, de su constante miedo a la irracionalidad, de su obsesión por alcanzar la verdad a toda costa. Los autores nos van a explicar lo justo para comprender la evolución de su pensamiento, siempre de manera didáctica y sin tecnicismos. Y lo hacen tan bien que más de uno se emocionará en el momento cumbre de la obra: cuando Russell tiene el momento ¡Eureka! que le hace dar con su famosa paradoja.

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Si todo esto no les convence, ¡me doy por vencida!