El imperio de Yegorov — Manuel Moyano

Año: 2014
Editorial: Anagrama
Género: Novela de aventuras, thriller policíaco y ciencia ficción
Valoración: Muy recomendable

Con el paso de los años he afinado mucho la elección de mis lecturas. Suelo acertar con la mayoría; casi todos me terminan gustando, con las lógicas excepciones que se nos cuelan a todos; de algunos libros tal vez esperaba más de lo que al final me ofrecieron, pero es el riesgo de leer tanto (y de que se publique tanto, a veces sin filtro. Eso sí, para gustos los colores). Pero son minoría, por suerte. Hoy me dispongo a reseñar, aunque pueda sonar exagerado, el libro que más me ha gustado en mucho tiempo.

Tal como se afirma en la contraportada del libro, estamos ante una novela de aventuras y policíaca, thriller político, sátira social y relato de ciencia ficción –todo ello a la vez-, El imperio de Yegorov sorprende al lector por su audacia técnica, por la originalidad de su trama y por su ritmo imparable.

No se me podría ocurrir mejor resumen. Me hice con este libro después de leer en una conocida revista literaria una entrevista al autor, Manuel Moyano. Me sorprendió lo que contó del libro, pero me intrigó todavía más lo que afirmaba que no podía contar de él.

Al comenzar la lectura, lo primero que llama la atención es la estructura de la obra. El autor utiliza cartas, diarios, artículos periodísticos, correos electrónicos, transcripciones de interrogatorios de la policía e incluso grabaciones… Presentando el material en orden cronológico, Moyano nos hace partícipes de una expedición a Nueva Guinea (año 1967) con la que un grupo de antropólogos pretende contactar con una esquiva tribu nativa, los hamulai. Izumi Fukada, estudiante de antropología que participa en la expedición, contrae una extraña enfermedad que será el germen de todos los acontecimientos posteriores.

No quiero desvelar mucho más para no destripar la historia. Baste decir que a raíz de la aparición de dicha enfermedad, Moyano pergeña una alucinante serie de sucesos que atrapa al lector y hace que las algo menos de 200 páginas de las que consta la obra se nos queden muy cortas.

La escritura del cordobés es ágil y el lenguaje que utiliza muy preciso. El imperio de Yegorov evidencia un trabajo de orfebrería a la hora de construir la trama y lograr que todas las piezas encajen sin que ninguna haga saltar las alarmas del lector avezado.

Varias son las curiosidades que se pueden señalar de esta magnífica obra (estas sí pueden contarse sin desvelar demasiado). Para empezar, desde el comienzo de la lectura inquieta la sensación de verosimilitud del relato, pese a saber que se trata de una novela de ficción. Juan Ángel Juristo, de ABC, destaca que estamos ante un narrador nato, capaz de suspender la incredulidad del lector por razones de verosimilitud del relato. Hacer esto con talento es raro, y las excepciones, como la de Isak Dinesen, poseen la virtud de trasladarnos al origen.

La novela transcurre en tres etapas distintas, ordenadas de forma cronológica como indiqué anteriormente: la primera entre 1967 y 1988, la segunda entre 2021 y 2017 y la tercera entre los años 2040 y 2042.

El protagonista del título de la obra, el tal Yegorov, no es mencionado en la misma hasta la página 82, y no somos conscientes de su protagonismo en la trama hasta casi el final del relato.

Todo en este libro está al servicio de la historia que Moyano quiere contar y forma parte de la trama, desde la cita inicial, pasando por la nota preliminar, hasta el índice onomástico y los agradecimientos. Es más, el autor oculta al narrador hasta la última página.

El Imperio de Yegorov ha sido Finalista del Premio Herralde de Novela. No creo demasiado en eso de los premios pero, oye, a veces parece que aciertan. Estamos ante un libro original, escrito con maestría y muy bien trabajado. Lo recomiendo sin dudar; como indiqué al principio de esta reseña, es el libro con el que más he disfrutado en los últimos tiempos. Que os aproveche.