VVAA: Mejor no te cuento

Mejor no te cuento. Libros Prohibidos

Año: 2017
Editorial: Cassandra 21 (Autopublicado)
Género: Relato
Valoración: Está bien

Aquello de lo que no hablamos

Mejor no te cuento es una recopilación de relatos de varios autores, publicada bajo el sello de la editorial de autopublicación Cassandra 21. Nos encontramos ante una muestra más de que la autopublicación no tiene por qué estar reñida con la calidad. Si bien, como suele ocurrir, no todos los relatos están a la misma altura, se trata de una propuesta muy interesante a la que merece la pena asomarse.

En Mejor no te cuento nos vamos a encontrar seis relatos cuya temática, tono y estilo resultan, en un principio, tan dispares que sorprende que formen parte de una misma colección. Es tan solo mediante una reflexión, ayudada por el título de la colección y la sinopsis, cuando el lector comprende el hilo conductor de los seis cortes, que no es otro que lo tabú. Aquello de lo que no hablamos, porque está prohibido, mal visto o censurado, se convierte en el foco de atención de los autores de esta recopilación. Y resulta muy curioso que los participantes hayan optado por centrarse en tabús tan diversos y, en algunos casos, verdaderamente estrafalarios, como por ejemplo:

Sexo con cabras (y no es lo más raro)

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Pan y la cabra. ¿Inspiración de uno de los autores?

Como se trata de solo seis relatos, me puedo dar el capricho de comentarlos uno por uno, empezando por «Receptor universal», de Marimén Ayuso. Se trata de un comienzo muy potente para esta recopilación; un cuento que logra captar la atención del lector desde el primer momento. Por desgracia, no puedo revelar el tabú del que trata sin spoilear vilmente a mis queridos lectores, así que solo diré que la protagonista tiene una afición un tanto… especial (y no es el sexo con cabras). Sin contar más de la cuenta, quiero mencionar lo mucho que me ha gustado cómo la autora construye la psicología tan peculiar de este personaje, a la vez que nos va dando a entender que hay mucho más debajo de la superficie. Un relato lleno de suspense, con toques de terror y un final sorprendente.

El segundo corte, «Aáa», de Ángel Elgue, es el más original de toda la colección, y posiblemente también el más sobresaliente, dependiendo de lo que uno busque en un relato. Escrito a modo de falsa biografía académica, nos cuenta la historia de cómo Amelia Azpiri, «ensayista, divulgadora científica, aventurera empedernida versada en antropología y semiótica», se adentra en la tribu de los hanáan. Allí obtendrá conocimiento, no solo de las peculiares costumbres de esta comunidad, sino también del aáa, un libro prohibido que constituye el mayor tabú para los hanáan. La relación con la temática común de los relatos de Mejor no te cuento está tal vez cogida con pinzas; pero bueno, lo dejamos pasar porque el autor lo compensa con la calidad del mismo.

El libro fue escrito por puño y letra de su dios en el principio de los tiempos. En las nueve páginas que lo conforman se guardan todos los saberes del Universo. El respeto hacia la prohibición no se debe solo a la obediencia que la tribu suele rendir a Gurv, sino también al hecho devastador que resultaría conocerlo todo

Como decía, se trata del relato más innovador. Me ha recordado mucho al genial Vacío perfecto, de Stanislaw Lem, que es una colección de reseñas de libros inexistentes absolutamente imperdible. El tono y el estilo de Ángel Elgue en este cuento son muy parecidos a los adoptados por Lem en Vacío perfecto (palabras mayores): a base de un exceso de palabrería y una profusión de datos absurdos relatados con absoluta seriedad, se construye una sutil, a la par que genial, mofa hacia los textos académicos de las esferas más intelectuales. No obstante, y aunque haya disfrutado mucho leyéndolo, quizá se aleja demasiado, en forma y contenido, de los demás relatos como para encajar del todo en esta colección.

El tercer relato, «Amores locos», de Jordi Isern, versa (¿lo adivináis?) del tabú de la zoofilia. El protagonista, Javier, es un escritor que está atravesando un período de sequía creativa y cuya editora lo manda a un pueblo dejado de la mano de Dios para que se reencuentre con las musas. Y ahí el protagonista encuentra la inspiración de la mano (bueno, de la pezuña) de Blanquita, una cabra con un gran apetito por los higos y un higo con un gran apetito (lo siento, no lo he podido evitar). Dejando a un lado chistes malos, he de decir que ha sido un relato que he disfrutado un montón. Está muy bien escrito, tiene mucha gracia y, contra todo pronóstico, resulta incluso erótico. Aunque el chiste final es demasiado previsible y no termina de lograr un efecto cómico, lo cierto es que el conjunto funciona bastante bien, y me ha recordado al genial corto protagonizado por Gene Wilder e incluido en Todo lo que siempre quiso saber sobre el sexo y nunca se atrevió a preguntar. Quienes disfruten del Woody Allen de sus inicios, también gozarán con este relato.

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Un meme demasiado tentador.

Las tragedias censuradas

Aunque los tres primeros relatos versan acerca de tabús bastante inusuales, la segunda mitad de Mejor no te cuento nos reconecta con la realidad mediante una inmersión en asuntos que afectan a una gran proporción de la población y de los que, sin embargo, está prohibido hablar.

El primero de estos relatos es «Estadísticas», de Miguel Ángel Martín, que nos obliga a reflexionar acerca de la vejez y del insostenible sistema de pensiones. Su protagonista, un auxiliar de enfermería especializado en geriatría que se queda en paro, decide tomar las riendas de la situación con vistas a poner su granito de arena para salvar a su generación. Es un relato magnífico, de los mejores de la colección. Me gusta especialmente el arco del personaje y cómo el autor dice mucho más de lo que cuenta, dejando que sea el lector el que tenga que poner las piezas que le faltan al puzle. Un relato escrito con mucho respeto hacia la inteligencia del lector, algo poco usual en autores primerizos y que siempre es de agradecer.

Da igual los cálculos que haga porque la solución es tan clara como inabarcable. Su intervención será un grano de arena que no desequilibrará la balanza. Pero a él le servirá, y a los pensionistas de su pueblo, y a los de su generación, y a los abuelitos cansados de vivir que solo necesitan una ayuda de alguien valiente que les quiera de verdad.

Los dos últimos relatos, «Muerte dulce» de Cecilia P. Menéndez y «Zonas sensibles» de Sonia Rico, son los que menos me han convencido de la colección, aunque esta impresión quizá tiene que ver con una desafortunada elección del orden de los cortes. «Muerte dulce» nos cuenta la historia de una mujer cuyo marido acaba de morir de cáncer. Nos enfrenta a la terrible situación de los trámites tras la defunción de un ser querido; una fría burocracia incompatible con la empatía y el cariño que uno necesita en un momento así. Aunque la autora acierta de pleno en la elección del tabú, y sin duda logra que el lector reflexione sobre un tema que tarde o temprano nos afecta a todos, la narración es un tanto caótica, lo que impide que uno llegue a meterse por completo en la historia. Algo parecido ocurre con «Zonas sensibles», que también destaca por lo acertadísimo del tema que trata —las mujeres que no quieren tener hijos, que son muchas más de lo que se piensa y tan mujeres como las demás—, pero cuya narración se vuelve algo redundante.

Como se puede ver, el contenido de los relatos de Mejor no te cuento no puede ser más dispar. Aquellos lectores que prefieran las recopilaciones más homogéneas en calidad, temática y tono quizá lo encuentren demasiado fluctuante. No obstante, quienes gusten de ser sorprendidos, sin duda disfrutarán de la experiencia de adentrarse en cada nuevo relato sin saber qué les va a deparar.

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