Ricardo Garrido y Fernando Bendicho: El despertar del mal

Título completo: El despertar del mal. Sangre de dragón I
Año: 
2016
Editorial: Triskel Ediciones
Género: Fantasía
Valoración: Está bien

La cuenta atrás para los Premios Guillermo de Baskerville 2016 está a punto de llegar a su fin, y nosotros seguimos trayendo obras que entran en la sección oficial. Como la de hoy: El despertar del mal.

Corren tiempos revueltos en Hybernia. Apoyadas por la siniestra iglesia de Sarak, las naciones de Semperia y El Maansul se han unido para tratar de derrocar a la dominante Hazaria. Ante esta colisión inminente, Halfdan, un guerrero con sangre de dragón que vaga buscando su destino, decide ayudar a Caitlín, una barda portadora de un objeto arcano que puede cambiar el curso de la guerra y de la historia de toda Hybernia.

Nos encontramos con otro libro de fantasía escrito a cuatro manos, cosa que también ocurría con Delbaeth Rising. Y aunque El despertar del mal también podría encuadrarse en el subgénero “espada y brujería”, podríamos decir que en este caso se trata de un título con tintes más épicos, donde los protagonistas son arrastrados por la fuerza de los acontecimientos y del destino. Es un título muy rolero, muy de Warhammer y World of Warcraft; muy de género fantástico clásico, del de toda la vida. Sus autores buscan sin remilgos y con decisión seguir la línea más pura de este tipo de obras.

El narrador es uno de los personajes que, ya de mayor, cuenta la historia del héroe Halfdan a sus nietos. A partir de esta premisa, existen dos tramas principales muy bien diferenciadas pero que comparten ciertos hilos argumentales: lo que hace Halfdan y los preparativos para una guerra a gran escala que está a punto de estallar. Sin abandonar en ningún momento el tono épico, y con mucho gusto por las escenas de acción y el matarile en general, los personajes se van construyendo, la historia se va posicionando y el argumento va fluyendo hacia un punto de gran tensión que augura algo grande. Esto pone las espadas en todo lo alto hasta que, de pronto, llega una batalla inesperada hacia mitad de libro con una extensión de más de setenta páginas.

En esta batalla se suceden muchos capítulos de combate puro y duro, con un alto nivel descriptivo y fuerte tendencia a resultar densos, donde todo el protagonismo lo tienen otros personajes desconocidos hasta entonces (muchos de ellos mueren en el transcurso mismo de la refriega). Este paréntesis tan abrupto deja de lado a los personajes principales (que llevaban el peso hasta entonces y que eran los que focalizaban el interés lector) y, a mi entender, rompe la narración. Es algo así como ir conduciendo por una autopista para de repente meterte en una carretera regional de puerto de montaña. A mí, que ya digo que estaba disfrutando de lo lindo hasta ese momento, se me hizo muy complicado sobreponerme a esto. Incluso una vez pasada la dichosa batalla, me costó volver a entrar en el libro como antes. Tal vez esto se deba a la enfermedad anti-escenas de acción que recientemente he contraído, pero es lo que ha hecho que al final no le ponga mayor valoración a El despertar del mal. Y me da rabia, porque de verdad era una novela que me estaba pareciendo estupenda.

Particularmente, creo que los amantes del género, del rol y de los juegos antes mencionados, encontrarán en la primera parte de la saga Sangre de dragón un libro más que convincente. A todos ellos se lo recomiendo.