Miguel Ángel González: La luna de Armstrong y Kubrick

Título completo: La luna de Armstrong y Kubrick
Año:
2015
Editorial: 120 Pies
Género: Relatos
Valoración: Está bien

El lector de libros de relatos es un lector audaz; asume el riesgo de consumir mucha paja para encontrar algún pequeño tesoro. Es muy complicado descubrir una antología repleta de relatos redondos y los altibajos en cuanto a calidad son una constante en este tipo de libros. La luna de Armstrong y Kubrick contiene cuatro relatos cortos en principio independientes, pero unidos por un nexo común: la sorpresa que produce en el lector una realidad que, una vez más, supera a la ficción.

El prólogo de J.L. Perdomo Orellana y una estupenda introducción a cargo del autor sobre la dicotomía realidad-ficción, poniendo como ejemplo el falso documental Operación Luna de William Karel (2002), dan paso al primer relato, titulado Ahora que estamos vivos. El protagonista viaja a Guatemala, donde debe cubrir las festividades del Día de Todos los Santos. Allí asiste al festival de barriletes (cometas gigantes) de Sumpango y a la carrera de cintas de Cuchumatán, donde reflexiona sobre la muerte y la delgada línea que separa la festividad de la tragedia. Un relato correcto que no me ha terminado de enganchar debido al uso excesivo del estilo informativo, más propio de una guía de viajes que de un relato de ficción.

Bambi sobre el hielo (curioso título que queda perfectamente explicado al final de la narración), es en mi opinión el más logrado de los cuatro que componen la antología de Miguel Ángel Domínguez. El periodista reconstruye lo ocurrido con Ali Dia, el peor futbolista de la Historia. Si en el primer relato pecaba de ofrecer demasiado contenido informativo, en este caso el autor se limita a reconstruir los hechos mediante las entrevistas realizadas a entrenadores, utilleros y compañeros del inclasificable futbolista senegalés. González logra transmitir con pericia la historia de una farsa que conmocionó al fútbol inglés a mediados de la década de los noventa.

En El lugar más sombrío está siempre bajo la lámpara, tercer relato de la antología, el protagonista viaja a Japón para cubrir un espectáculo dantesco en forma de deporte popular: el Campeonato Anual de Lucha con Fluorescente. El periodista asiste atónito a una función en la que seis hombres se suben a un ring y se golpean sin piedad con tubos fluorescentes hasta que solo queda uno de ellos en pie. Al mismo tiempo, recuerda un viaje anterior a Japón en el que cubrió una curiosa competición: el Concurso Nacional de Excavación de Agujeros.

El autor vuelve a excederse con la información que aporta. Contenido que podría encajar en una crónica periodística chirría al incluirlo en un relato de ficción; pasajes como el del origen del sistema de iluminación LED y la vida de su inventor, Oleg Vladimirovich Losev, podrían haber sido suprimidos sin que se hubiera resentido la esencia del relato.

El volumen se cierra con Lo que aprendimos de los albatros, en mi opinión el mejor relato del libro junto con Bambi sobre el hielo. Una breve nota introductoria sobre el final de la película La vida es bella, de Roberto Benigni, presenta el tema de la muerte feliz y da paso al propio relato. En él, el periodista recibe un encargo muy especial: acompañar a Sofía y escribir una crónica de sus últimos días. La mujer ha decidido poner fin a su vida y el periodista debe viajar con ella y con su hijo Julián al lugar que ha elegido para suicidarse. Miguel Ángel González afronta este delicado tema con mucho acierto y nos ofrece un último relato intenso y que invita a la reflexión.

Durante la lectura, no pude evitar cuestionar la veracidad de los hechos narrados por Miguel Ángel González. ¿Se trata de pura ficción o tiene alguna base real? Haced la prueba y buscad la información en internet; os aseguro que lo que encontraréis os sorprenderá tanto como a mí.

La luna de Armstrong y Kubrick puede calificarse de antología acertada de relatos cortos. El conjunto deja un buen sabor de boca en cuanto a calidad literaria, aunque tal vez haya echado en falta una pequeña labor de pulido en Ahora que estamos vivos y El lugar más sombrío está siempre bajo la lámpara. Por el contrario, he disfrutado mucho leyendo Bambi sobre el hielo y Lo que aprendimos de los albatros, por su calidad literaria y porque considero que están muy bien medidos, sin faltarles ni sobrarles nada.

Habrá que seguir la pista a Miguel Ángel González, ganador del último Premio Café Gijón por su novela Todo es posible, publicada recientemente por la editorial Siruela..